Entraste en mi casa sin llamar
así como quien no quiere la cosa
de dos patadas en la puerta
a mi me pareció un tanto brusco
y un poco como de muy malas maneras
Te desnudaste después de dos vasos de whisky
y me invitaste a que me quitara la ropa de dudosas formas
apagaste la luz y me empujaste bruscamente
apoyando las palmas de tus manos en mi pecho
Lo demás hoy no voy a contarlo, solo diré
que me atraparon aquellas dos columnas jónicas,
y que en el tocadiscos sonaba la trompeta de Chet Baker,
que te fumaste el último cigarro Luky Strike de mi cajetilla
de tabaco y que ni siquiera me dijiste adiós.
Y no es que me doliera
pero no me parecieron las formas correctas
Desde aquella noche aún sigues entrando sin llamar,
bebiéndote mi whisky y fumándote mis cigarrillos. Así
como quien no quiere la cosa.
Te llevaste un juego de llaves.
Y dejaste olvidar un pijama, unas braguitas
y un cepillo de dientes.
Hoy, me siguen pareciendo muy malas maneras.
Y así llevamos ya casi diez años.
(Nacho Bravo)
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